COSTA RICA LIMPIA
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Urge un Nuevo Pacto de Infraestructura en Costa Rica

Mónica Araya

El discurso del 28 de agosto envió señales sobre el mapa de prioridades del Presidente. La ineficiencia, la corrupción y el déficit fiscal son la base de su narrativa política. Se insiste que estos tres problemas tienen paralizada a Costa Rica a tal grado que hoy somos el país latinoamericano cuyos proyectos de obra pública “tardan más en ejecutarse, salen más caros y son de peor calidad”.

Es indiscutible que Costa Rica necesita ser eficiente, incorrupta y responsable en gasto público. Sin embargo, el ideario del Presidente necesitará un inyección de impulsos nuevos:

– La ineficiencia de un modelo de transporte congestionado y contaminante.

– El impacto fiscal de la dependencia de los hidrocarburos para combustible y electricidad.

– El costo país de sobre-explotar el capital natural, como el recurso hídrico y el bosque.

– El posible impacto en el gasto nacional asociado a enfrentar el cambio climático.

Es decir, la agenda anti-ineficiencia, anti-corrupción y anti-déficit fiscal deberá ir más mucho allá de los enfoques tradicionales. Una Costa Rica que gestiona exitosamente su transporte, que reduce su dependencia de combustibles fósiles, que invierte en sus recursos hídricos y que reduce su riesgo climático será un país más eficiente y seguro. También habrá conquistado victorias en la batalla anti-corrupción, sobre todo en materia de concesiones y construcción de infraestructura.

Por un “Pacto Infraestructura”. Un “Pacto Infraestructura” podría ofrecer escenarios que den una orientación política a la Comisión de Financiamiento de la Inversión Pública (del Banco Central, Ministerio de Planificación) ya que esta busca ejecutar 19 proyectos – incluidos los de aguas y saneamiento – para los cuales se han aprobado $2.100 millones. El Presidente sugirió que estos podrían aumentar la producción nacional en un 2%. El Presidente y sus ministros necesitan crear un “Pacto de Infraestructura” que incluya elementos de economía limpia. El gobierno del cambio deberá ayudar a movilizar inversión pública y privada hacia un modelo de infraestructura cuya eficiencia – pilar del Presidente –rompa con combustibles fósiles, en particular el petróleo, por ser caros y contaminantes.

Una señal política en esa dirección se dio cuando el Gobierno extendió la moratoria de la exploración y explotación petrolera hasta el año 2021. Una señal ambigua, sin embargo, persiste respecto a la refinería de petróleo con China. ¿Calza con la Costa Rica post-petróleo? El país merece un debate para que esta decisión no sea tomada a puerta cerrada.

Daños al PIB.-El Gobierno insiste en el déficit fiscal como factor dañino del crecimiento del PIB. También destruimos las fuentes de generación del PIB de formas menos obvias: sin agua para embalses no hay electricidad, sin electricidad se dañaría la actividad económica. Si no tratamos las aguas residuales, seguiremos contaminando los ecosistemas y así socavamos una fuente de competitividad, el ecoturismo. Un evento climático dañino puede dañar el PIB y alterar la línea de pobreza. Perú, por ejemplo, una economía de alto crecimiento en América Latina, redujo la pobreza. Pero hay peruanos que regresan a la pobreza ¿Por qué? En buena parte por eventos climáticos negativos. Esto podría pasar en cantones vulnerables al cambio climático, por ejemplo, en Puntarenas y en Limón. Estas potenciales pérdidas económicas del PIB ya pueden ser estimadas y lo que hace falta son más economistas que incorporen el capital natural y el cambio climático en el Banco Central, Hacienda y el Ministerio de Planificación.

De vuelta al punto inicial. El Presidente quiere cambiar Costa Rica y nos pide que lo dejemos gobernar. Es entendible su petición ya que nos hemos vuelto ingobernables y necesitamos que el Gobierno tenga espacio para operar. ¿Qué hacer en el entretanto? Propongo crear ciudadanía. Costa Rica Limpia, por ejemplo, voluntariamente opera como observatorio ciudadano de las promesas y del quehacer legislativo en materia de economía limpia. Esfuerzos de otros grupos apuntarán a reformas en la forma de elegir diputados o en la forma de interacción con la ciudad y comunidad. Hay grupos que insistirán en la probidad. El sector empresarial tendrá que hacer su parte. Nos urge tener líderes del sector privado que tengan visión país y ofrezcan propuestas de desarrollo más allá de las demandas sectoriales (o de pedir electricidad barata).

Si este será el gobierno del cambio, lo sabremos hasta el año 2018. Estamos ante cuatro años en los que la ciudadanía y el empresariado tendremos que gestar condiciones para que la gestión del gobierno no subordine el desarrollo limpio a un segundo o tercer plano , o lo limite a las ideas desde del PAC. Nos tocará ser la zona de amortiguamiento, si poco o nada cambia con el Gobierno ya sea por omisión o por errores. En el mejor de los casos generaremos oportunidades con el Gobierno para insistir en la apuesta por infraestructura más limpia y eficiente y un país libre de corrupción.

Foto tomada de La Nación